Somos hijos del Verbo Encarnado
¿Hay acaso nobleza mayor?
Invoquemos su nombre sagrado
y entonemos un himno en su honor.

Verbo Eterno, tus hijos amantes
a ti claman con férvido anhelo
y elevan los ojos al cielo,
esperando les muestres tu faz.

Sus plegarias, acoge benigno,
a sus ruegos inclina tu frente,
y de gracia copioso torrente
en sus almas derrama ¡Oh Señor!

Somos hijos del Verbo Encarnado
¿Hay acaso nobleza mayor?
Invoquemos su nombre sagrado
y entonemos un himno en su honor.

Corazones a ti consagrados
y que tienen por único anhelo
extender tu reinado en el suelo
que por patria les diste, Señor.

Son ¡Oh Cristo! las huestes triunfantes,
que a tu nombre su vida ofrendaron
y en la lucha gloriosa clamaron:
¡Gloria, gloria para ti, Rey Inmortal!

Somos hijos del Verbo Encarnado
¿Hay acaso nobleza mayor?
Invoquemos su nombre sagrado
y entonemos un himno en su honor.