La humildad es el sólido fundamento de todas las virtudes.
¿En qué consiste la humildad?
La humildad consiste en ponernos en nuestro verdadero sitio. No significa pensar que somos los últimos, sino reconocer ante Dios nuestra dependencia absoluta. De este modo, Él nos irá mostrando cuál es nuestro lugar.
Sabemos que no siempre es fácil, por eso te presentamos 5 claves para alcanzar la humildad.
1- Agacharse
Si vamos por la vida con la frente demasiado alta y medio encumbrados en lugares en donde no nos toca, no nos va bien. Para encontrar nuestro lugar necesitamos agacharnos, adaptarnos a la realidad desde donde ella nos pide acercarnos.
- En la fragilidad se manifiesta el poder y la grandeza de Dios. Cuando seamos capaces de encontrarnos con nuestra propia pequeñez es que podremos ser auténticamente grandes.
2- Ir a Dios
Solo el que reza es capaz de descubrirse dependiente de Dios. Esta certeza (por el contrario de lo que muchos piensan) es nuestra mayor fortaleza.
Nuestra confianza en que Dios puede más de lo que nosotros podemos por nuestras fuerzas, nace desde la certeza de que todo lo que somos y tenemos proviene de Él. Por eso, ir a Dios, y más aún, permanecer junto a Él, es una de las cosas que nos harán humildes.
3- Agradecer
La gratitud es el rasgo característico de un corazón que ha sido visitado por el Espíritu Santo. La obediencia a Dios pasa por recordar todo lo que Él ha hecho por nosotros. Se trata de ejercitar nuestra memoria para darnos cuenta de cuántas cosas buenas ha hecho Dios por cada uno, que nada nos pertenece y que por eso todo debe ser entregado con generosidad.
4- Dar
Dar lo mejor de nosotros mismos en el reconocimiento de nuestra fragilidad. No lo hacemos con triunfalismos, lo hacemos con alegría, con confianza; con la certeza de que lo poco puesto en las manos de Jesús se transforma en algo grande.
- Cada ofrenda que hacemos en la vida: el minuto ofrecido a alguien que nos necesita o el trabajo de todos los días, presentado como ofrenda a Dios, siempre es multiplicado por su amor. Él hace maravillas desde nuestra fragilidad.
5- Volver a Dios
Y si fallamos y nos puede la soberbia, el último paso, y por lo general, el más eficaz, consiste en volver a Dios y pedirle que nos haga humildes. Solo Él puede concedernos esa gracia.
- La humildad es fruto de la grandeza de Dios, no de que el hombre se haga pequeño. Cuando Dios es grande el hombre queda en su lugar, no hay forma de que ocupe otro.
Sin abajarse, sin hacerse uno con lo débil, con lo vulnerable, no hay posibilidad de que las cosas cambien.
Una educación en la que tú puedes confiar.
Liceo Cervantino